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Desinflada por la vida

Como cada mañana, Lourdes sale de casa camino de la parada del autobús que la llevará al trabajo.

«¿He cerrado el gas?

¿El agua?

Dios, no les he puesto agua a los gatos…

Al final no he recogido la ropa del tendedero, ¡como llueva y me toque volver a lavarlo todo…!

Madre mía mira la hora que es, ¡si es que no hoy no llego!

¿Y este tráfico? ¿Qué pasa hoy?»

Seguía hablando hacia sus adentros en una locura de reproches hacia sí misma.

«Lourdes te has dejado la bolsa con la comida, y además fuera de la nevera, cuando llegues esta noche estará para tirar, y encima te va a tocar comer de menú por ahí. ¡A tomar por saco la dieta hoy!

Mira, el 31, por un día llega a tiempo.

A ver si tengo suerte y puedo ir sentada, estoy tan cansada … Cómo puedo estar tan cansada si acaba de empezar el día?»

Sube y tica el bonobús de forma automática mientras continúa con sus pensamientos.

«Hoy empieza la nueva, y seguro que me la endiñan a mí. Lo que me faltaba, una becaria pegada al culo todo el día. La pondré a hacer fotocopias o lo que sea con tal de no tener que hablar mucho con ella.

¿Por qué la gente no usará desodorante?

Este olor por la tarde igual lo entendería, pero ¿ahora?

Ayyy … venga Lourdes respira, acuérdate de los videos de Youtube de meditación. Respiración abdominal. Inhala en 1, 2, 3, 4 … mantén, exhala en 1, 2, 3, 4 … Repite. Inhala en 1, 2, 3, 4 … pero… 

Señora, ¿puede dejar de pegarme empujones? Si es que así no se puede una relajar ni cinco minutos. Luego ves los videos y te dicen “en cualquier sitio y a cualquier hora puedes tener tu momento”, aquí los quería ver yo intentando meditar, entre el olor a sobaco y los empujones.

Puff los gatos, todo el día sin agua. Le podría decir a la vecina que entre y les ponga, pero seguro que se pone a cotillear entre mis cosas. No, mejor no le digo nada.

Por Dios que no llueva, la ropa.»

Baja del bus y camino unos metros hasta su oficina. Apenas saluda con la cabeza a algún compañero

«A saber qué mierda como hoy, pollo con patatas o macarrones boloñesa. 

Hoy no me da tiempo de ir al gimnasio. Pues nada, no ceno.»

Se sienta en su mesa y, literalmente, se desinfla en una espiración profunda que la deja hundida en el asiento.

«No puedo más.»

Se dice mientras mira el reloj en la pantalla del ordenador recién encendido.

8:30 am y, literalmente, no puede más.

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