El incendio.-
El incendio acabó con todo. Miles de hectáreas quemadas, arrasadas, destruidas.
Donde antes existía una frondosa arboleda, ahora no queda nada. Hasta donde te alcanza la vista solo hay cenizas, destrucción y cadáveres de los animales que no pudieron escapar del fuego. Un manto negro y aún humeante lo cubre todo.
Has decidido pasar la noche ahí para velar por todas las almas que perdieron la vida en el incendio. Por cada animal, cada arbusto, cada árbol…
No hace frío, la tierra aún está caliente, pero tiemblas y sientes un escalofrío que recorre tu cuerpo al imaginar el horror por el que todos los seres vivos del bosque tuvieron que pasar.
Escuchas un sonido y alarmado miras detrás de ti.
De repente te ves en los ojos de un zorro.
Su pelaje está ennegrecido, sin duda es un superviviente.
Te mira quieto, atento, parece que te habla con la mirada.
Tengo hambre, tengo sed, tengo miedo.
Rebuscas en tu mochila y encuentras una bolsa de cacahuetes.
Lamentas no llevar agua. No sabes si le gustarán los cacahuetes pero es todo lo que llevas.
Pones unos cuantos en tu mano y la extiendes hacia él.
Se acerca, los huele, coge uno y se aleja corriendo.
Pasados unos minutos vuelve, pero esta vez no viene solo.
Le acompañan 2 cachorros. Entonces sabes que él no es él, él es ella.
Abres la bolsa de cacahuetes y los dejas caer todos en el suelo mientras te alejas un poco para que se acerquen sin miedo.
Se aproximan lentamente, primero la madre, los cachorros detrás.
Sonríes con tristeza al ver a la pequeña familia de supervivientes comiendo. Quién sabe cuándo fue la última vez que comieron.
Y de repente los temblores y los escalofríos se te han pasado, aunque estás empapado en sudor.
Abres los ojos y corres hacia la ventana.
El bosque sigue ahí y puedes ver el amanecer a través de las frondosas copas de los árboles.
Y un pequeño zorro te observa desde la primera rama del árbol que hay frente a tu casa.
Junto a él, 2 cachorros.
Bejís (Castellón) – 16/08/2022
